Para hablar de la contabilidad y la dirección es preciso comenzar definiendo la contabilidad como un lenguaje, el lenguaje del mundo de los negocios. Esto es debido, en principio, al objetivo de la contabilidad que es describir lo que ha ocurrido en una empresa u organización en el pasado y cuál es su situación actual desde un punto de vista financiero en virtud de ese pasado.
La American Accounting Association en el año 1966 definió la contabilidad como el proceso de identificar, medir y comunicar información económica para permitir juicios informados y decisiones por parte de los usuarios de la información. El concepto económico implícito en la frase anterior implica que la contabilidad se ocupa de aquellas situaciones en las que se debe elegir en escasez de recursos. La palabra medir incluye la elección de un método contable como FIFO o impuestos diferidos para medir el beneficio.
Es importante destacar que según la definición anterior en contabilidad no se trata únicamente de describir acontecimientos pasados, se trata también de hacer estimaciones, de predecir en alguna medida. Esto implica que la información debe elaborarse de una manera que sea directamente útil para la toma de decisiones, con lo que cobra importancia la forma de presentación de la información elaborada.
¿Quiénes son los destinatarios de la información contable?
Como ya se ha planteado en el título «la contabilidad y la dirección» la contabilidad como herramienta para toma de decisiones es un elemento clave para la dirección. En primer lugar porque los responsables de la marcha de la empresa, es decir su personal de dirección, es básico que sepan lo que está ocurriendo para poder anticiparse al futuro sobre la base de dicha información con vistas a un funcionamiento correcto de la organización.
También están interesados los accionistas de la propia empresa, para que puedan, con los datos contables en la mano, aprobar o no aprobar la gestión de los directivos, ya que de hecho son ellos los propietarios de la misma; o pueden decidir si venden sus acciones o compran más en función de los resultados y la marcha general del negocio.
Del mismo modo, los accionistas potenciales, es decir el mercado de capitales en general, pueden tratar de obtener información de una empresa antes de tomar una posible decisión de compra. El conjunto de los accionistas reales y potenciales, cuando se haya organizado, constituye la Bolsa de valores que, de hecho, es el organismo que más ha influido en las prácticas contables.
Asimismo los acreedores de una organización estarán interesados en la información con respecto a ella, tanto si lo son a título de proveedores como si son a título de prestamistas es decir, bancos e instituciones financieras.
Por otra parte los trabajadores que prestan sus servicios en las empresas u organizaciones demandan cada vez mayor y más completa explicación de la marcha y situación de las mismas.
Otro grupo vendría constituido por los clientes. La continuidad en el suministro, la fiabilidad y estabilidad económica de la empresa, y la probabilidad de cumplimiento de los contratos que se puedan establecer entre la organización y sus clientes pueden ser criterios determinantes de las decisiones de compra, aunque este punto solo suele darse en casos extremos.
Finalmente en la relación de la contabilidad y la dirección, están los gobiernos, quienes están sumamente interesados en la información procedente de las empresas por dos razones: porque la marcha general de las empresas es importante para la estabilidad y el bienestar del país, y porque en casi todos los países el gobierno se lleva una parte del beneficios que producen las empresas y para ello debe saber la cuantía de ése beneficio y la forma como el mismo se ha determinado.