Los empréstitos tienen su origen en la necesidad de financiación de cuantías elevadas difícilmente alcanzables en una sola operación, por lo que se recurre a la emisión de obligaciones. El importe global del préstamo se divide en pequeñas cuotas, a cada una de las cuales corresponde un título llamado obligación.
El importe de cada obligación se llama valor nominal, y es el que se toma como base para el cálculo de los intereses explícitos.
En la práctica los empréstitos se emiten con características comerciales que hacen más atractiva la emisión para el obligacionista:
- Emisión bajo la par: El valor de emisión es inferior al valor nominal de la obligación.
- Amortización por encima de la par o con prima de reembolso: El valor de reembolso que recibe el obligacionista al ser amortizada la obligación supera el valor nominal.
- Existencia de lotes: Son premios que se reparten mediante sorteo entre algunas obligaciones que se amortizan en cada período.
- Conversión opcional de las obligaciones en acciones de la entidad a un precio inferior al de su cotización oficial.
- Incremento del tanto de interés anual en función del tiempo que falta para su amortización.