En principio parece que el criterio del VAN es bastante consistente para valorar inversiones, al menos en cuanto al razonamiento analítico en que se basa. Sin embargo, habrá quién, llegado este punto, desconfíe en cierta medida del criterio dada la dificultad de estimación de las diversas variables que intervienen en el análisis. Esto es algo inherente al análisis a priori de cualquier fenómeno de naturaleza económico-financiera; hay que estimar numerosas variables -como modelo que intenta representar la realidad, cuanto mayor sea el número de variables mejor quedará explicada la realidad; no obstante, también hay que tener presente que un elevado numero de variables resta operatividad al modelo, además de encarecer mucho su implantación-, y los criterios, métodos o modelos desarrollados para el estudio del fenómeno no son sino instrumentos de apoyo a la toma de decisiones. Esta será acertada o no, dependiendo en muchas ocasiones, no tanto del criterio o modelo utilizado, sino de la información existente en el momento de la decisión.
Sea como fuere, para el cálculo de VAN las variables a estimar son: la cuantía de los flujos de caja y el tipo de descuento o actualización considerado para la homogeneización de capitales.
Sobre la determinación de la cuantía de los flujos de caja ya se han realizado los comentarios pertinentes en la entrada anterior.
En cuanto al tipo de actualización o descuento, hasta ahora se ha considerado los tipos de interés. Sin embargo, desde otro punto de vista no debe ser ésta la opción a considerar en el análisis de un proyecto en virtud de este método, entre otras razones; la dificultad de especificar el o los mismos, dada la inexistencia de un único precio – dinero.
Como ya hemos visto anteriormente, el valor actual neto es una medida de la rentabilidad absoluta y total del proyecto, de tal modo que si el VAN es de 500 millones de u.m. significa que el proyecto nos genera un excedente de liquidez al final de la vida de este valor.