Una de las grandes preocupaciones en la actualidad es la referida al consumo energético y, por ende, a la afectación que este consumo pueda tener en el desarrollo social sostenible. El gran avance tiene lugar en la tecnología que está en continuo desarrollo y es la que facilita que el rol del agente económico concreto se pueda ver beneficiado de la misma.
Una de las energías verdes cuyo desarrollo converge hacia la mitigación de la problemática del consumo y producción es la fotovoltaica y es a este punto donde me gustaría destacar el desarrollo de dicha tecnología en cuanto a su instalación en edificios, siendo su integración en la red y el rendimiento económico de la misma los asuntos que levantan el interés concreto. Para el desarrollo tecnológico de la misma se ha de trabajar y profundizar en el diseño tradicional de las instalaciones fotovoltaicas que consideraba como orientación óptima de los módulos fotovoltaicos la que rinde la máxima producción anual de energía. Sin duda alguna, lo anterior, tiene una influencia clara en los patrones de consumo y en los precios que cada hora, y con respecto a la electricidad, van variando indicando que este diseño óptimo tradicional podría no ser el más rentable. Tener en cuenta cuestiones como instalaciones con o sin marquesinas y fachadas que puedan ofrecer una mejor calidad del autoconsumo de la energía producida puede reflejar un avance en cuanto a las cifras económicas de las que se puede beneficiar el prosumidor. Como desarrollé en un estudio con mis colegas expertos en la tecnología concreta, las orientaciones e instalaciones concretas pueden redundar y redundan en mejores beneficios para el autoconsumo fotovoltaico, reduciendo tiempos de retornos de la inversión, variable muy importante a la hora de realizar la inversión por parte del prosumidor.
Dejo el enlace al estudio concreto aquí.