Estamos inmersos en días en los que la preocupación por el Producto Interior Bruto (P.I.B.) como indicador no deja de crecer. Motivados por observar cómo las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (F.M.I.) no dejan lugar al optimismo situando el PIB de España con un retroceso cercano al 8%, el de la zona Euro en torno una caída del 7,5% y a nivel global en un 3% abajo, las conjeturas sobre los escenarios futuros son varias y de diversa índole.
El hecho de la importancia del PIB se ve reflejado en el surgimiento de nuevos planteamientos como el llevado a cabo por la primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern, el cual parte de la base de la medición real de la calidad de vida de “su gente”, algo que ha catapultado a Nueva Zelanda a ser considerado un país progresista alejado de lo denominado “la tiranía del PIB”.
Pero ¿qué es en realidad el PIB?
Por definición, el PIB es un indicador de naturaleza económica que refleja el valor monetario de todos los bienes y servicios producidos por un país, región o conjunto de regiones en un determinado tiempo, normalmente un año.
A tenor de la anterior definición, las alteraciones en el indicador marcarán la riqueza o la pobreza de un determinado país. De manera general existen dos tipos de PIB:
- PIB nominal: incluye el valor monetario de todos los bienes y servicios que produce un país en el año en el que son producidos dichos bienes.
- PIB real: incluye el valor monetario de todos los bienes y servicios producidos por un país a precios constantes.
Además, si tomamos el PIB y lo dividimos por el número de habitantes, obtenemos el conocido como PIB per cápita. Es a este punto donde se establecen las principales asintonías con la realidad del bienestar de la población.
Como se ha anticipado el PIB es un buen indicador de la producción, del agregado de producción de un país pero, ¿quién produce?, ¿cómo se produce? y ¿por qué se produce?, ¿realmente se tienen en cuenta?. Iremos por partes. En primer lugar, la relación entre el factor de producción trabajo y el PIB no queda del todo clara, si tratamos de vincular factores como el desempleo con el PIB nuestra conclusión está clara si de una reducción al absurdo se trata, es decir; ante una cifra de desempleo del 100%, el PIB debería ser nulo, sin embargo, con tasas de desempleo razonables, la aproximación al PIB no es tan clara. En segundo lugar, el PIB como se mencionaba anteriormente, es un indicador del total de bienes y servicios producidos durante un año, sin embargo; si se han cumplido con criterios básicos como el cumplimiento de la Ley de Riesgos Laborales, poco o nada importa. Por último, el porqué se produce tampoco se puede discernir del estudio del PIB; podemos disponer de una región que acabe de sufrir un conflicto bélico con un PIB ciertamente más elevado que el de una región que lleve 15 años viviendo en paz.
Por tanto, un primer paso en la aproximación del PIB a la realidad social podría ser el profundizar en el estudio del mismo desde el punto de vista cualitativo y no el tan desarrollado como cuantitativo.