Muchos son los estudios que he sacado adelante centrados en la eficiencia, la eficacia y la efectividad. Cierto es que los mismos han sido referidos, en su mayoría, a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad españoles y cierto también que, en los mismos, siempre he querido destacar la importancia de incorporar estos términos en cualquier proceso de gestión y coordinación pública como garantía del proceder en la representación que los diferentes organismos hacen de los ciudadanos.
Tres son los sentidos que tienen que contemplar las diferentes administraciones a la hora de proceder, a saber:
- Eficiencia: Entendida como la capacidad para realizar o cumplir adecuadamente una función, es la más importante de cara a establecer los hitos, metas y objetivos que una entidad pública ha de cumplir en cualquier fase del cumplimiento de sus funciones.
- Eficacia: Lo que entendemos como la capacidad para producir el efecto deseado o de ir bien para determinadas cosas es fundamental para poder comprender y entender el alineamiento que ha de existir con respecto a las preocupaciones de los ciudadanos y así dar sentido al trabajo de las administraciones en el sentido positivo.
- Efectividad: Muy similar en cuanto a significación, la efectividad es la capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera; es decir; que en este caso contemplaríamos una nueva variante que es la de incorporar también los deseos de los diferentes ciudadanos.
El buen obrar por parte de las instituciones públicas parte del cumplimiento de los tres preceptos anteriores siempre con arreglo al trabajo dirigido hacía el gestionar y coordinar con arreglo a la eficiencia como la prevalencia que ésta tiene con respecto a los de eficacia y efectividad.
Para el cumplimiento de todo lo anterior se necesita una observación completa del proceso a acometer, la cuál permitirá dimensionar el mismo de tal forma que nada se escape al azar y que se pueda cumplir de manera consecuente con las necesidades de los ciudadanos.